El Simposio ofrecerá las conferencias de l@s ponentes (a las que podréis acceder cuando queráis una vez inscritos) y un espacio abierto a la participación de tod@s a través de foros y hangouts, en los que se podrá intercambiar ideas entre conferenciantes y participantes. Los horarios de las videoconferencias se ajustarán tanto a los horarios europeos como americanos y tendrán lugar del 19 al 25 de octubre de 2015. La aportación a la asociación Ple de Vida que organiza el Simposio es de 15 euros. Si tienes alguna duda, puedes contactarnosaquí.
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La escritura y las emociones
La escritura ocupa un lugar privilegiado entre las técnicas que podemos utilizar para trabajar las emociones. Así, la práctica constante de actividades de escritura personal proporciona la autoconciencia necesaria para poder entrar en contacto con sentimientos y emociones bloqueados y/o reprimidos. A partir de la operación de describir vivencias, interpretar el presente y recordar el pasado, es posible recuperar la propia voz, la autoestima y, en definitiva, el bienestar psicológico perdido.
En efecto, la biología ha comprobado —y Boris Cyrulnik, destacado teórico de la resiliencia, nos lo recuerda— que quien ha sufrido un trauma y es capaz de elaborar un relato sobre ello consigue reducir sus niveles de cortisol, la hormona del estrés, y actuar sobre sus déficits de BDNF (brain derived neurotrophic factor), proteínas responsables de la supervivencia y diferenciación de las neuronas, consiguiendo restablecer así el equilibrio emocional.
Recientemente, una buena parte de la investigación en torno a las aplicaciones de la escritura terapéutica se está centrando en su uso en situaciones de trauma individual y colectivo, como puede ser el caso de guerras o atentados terroristas. Así, se han realizado estudios a raíz del atentado de las Torres Gemelas o del 11-M de Madrid sobre las consecuencias personales y sociales que implicaba escribir sobre los propios sentimientos y pensamientos. Estas investigaciones han puesto de manifiesto que los participantes que escribieron sobre su experiencia en los atentados, unas semanas después de producirse, presentaban un nivel más bajo de emociones negativas. No hay duda, por tanto, de la validez de la escritura como técnica para deshacer nudos emocionales y mejorar el estado anímico de la persona.
Volviendo a la práctica, las maneras de abordar las emociones a partir de la escritura creativa son variadas: desde llevar un diario personal a escribir cartas a los seres queridos ya fallecidos, pasando por la edición de un blog. De cualquier modo, el propio proceso de escritura es ya tan válido como el resultado final, dado que estructura el pensamiento y abre vías de reflexión donde quizás no había más que confusión o silencio.
La forma más sencilla y asequible de entrar en contacto con la escritura terapéutica es el diario, ya que no requiere más que un cuaderno y la voluntad de ponerse a escribir cada día. A título de ejemplo, la escritura cotidiana permite transcribir las experiencias del día y el flujo de sentimientos y emociones que nos perturban, lo cual ya en sí significa una liberación. Posteriormente, la relectura de las entradas facilita la distancia necesaria para analizar nuestras actitudes y motivaciones, lo cual podrá redundar en un trabajo posterior de reflexión y mejora personal.
Finalmente, hay que mencionar que la escritura puede prestarse también a potenciar todo aquello que de positivo haya en la vida de la persona: desde la rememoración de momentos felices a la redacción de proyecciones positivas de un futuro próximo, la celebración de hitos de la trayectoria personal o profesional o, simplemente, la expresión de la alegría de lo cotidiano. Al igual que la vida, la experiencia de escribir puede renovarse día a día.
Gemma Nadal
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Infografía: Educación, sentimiento y emoción
Las conductas de las personas dependen de múltiples factores. Nuestro cerebro alberga diferentes funciones en las diversas áreas físicas. Pero hay algunas que son fundamentales y primitivas como el área del hipotálamo que es dónde se regulan las funciones básicas de adaptación al medio, entre ellas la amígdala donde se expresan las reacciones emociones más primarias como el miedo.
Por otro lado las Funciones Ejecutivas del cerebro tratan de guiar nuestro comportamiento, lo que pasa es que los sentimientos actúan e interfieren en la propias Funciones Ejecutivas.
Los sentimientos son emociones secundarias tamizadas por nuestra conciencia, memoria, experiencia y respuesta corporal. La Educación forma parte de nuestra personalidad puesto que a través de los años consigue que nuestros sentimientos sean interpretados por nuestra conciencia a partir de las imágenes almacenadas, los ideas y conceptos aprendidos, las experiencias vinculadas a la educación…
La complejidad de los procesos mentales supera esta somera explicación, pero sí que nos ayuda a entender que las Emociones Primarias nos protegen y guían nuestra conducta inmediata e instintivapara salvarnos. También nos permite entender que los sentimientos son emociones más elaboradas y que responden a estímulos de nuestro cuerpo más todos los componentes que están ligados a nuestra conciencia, como las experiencias pasadas, nuestro carácter, memoria e ideas conceptuales.Los sentimientos son emociones que nos afectan y que están ligadas a nuestros pensamientos.
El Sistema Educativo debe contemplar las emociones como un factor de aprendizaje integral y ligado a los contenidos para modificar la conducta de los alumnos, la actual y la futura.
Nuestro YO se ha conformado por todas las vivencias. aprendizajes y emociones que hemos vivido. En la Infografía podéis observar las ideas que quiero expresar.
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El mundo de los Sordos y el de los oyentes
Desde muy pequeña quise aprender lengua de signos. Tenía 10 años cuando estando en la escuela vi por primera vez en mi vida una hojita de papel donde estaba dibujado el alfabeto de los sordos. Pensé: «esto algún día lo estudiaré»; y siempre seguí pensando que debía estudiarlo. En 1995 empecé a estudiar lengua de signos catalana. Al llegar a clase pensé: «¡por fin!». Habían pasado 25 años desde aquel día en la escuela.
Estudié en la Federación de Sordos de Cataluña (FESOCA) y aprendí el primer día que la lengua de signos no es universal, sino que cada comunidad posee la suya. En España tenemos dos, la lengua de signos catalana (LSC) y la española (LSE) que no conviven en el territorio como sí lo hacen las lenguas orales. También aprendí que aquel alfabeto que me acompañó durante tantos años, no era la lengua de signos y que las personas sordas lo usan de manera ocasional, por ejemplo, para designar un neologismo, ya que todo tiene un signo que lo identifica (hasta las personas), y si no lo tiene se crea. Las lenguas de signos, como las lenguas orales, están vivas y por ello cambian y se enriquecen.
Desde los años 60 del siglo pasado, en que el lingüista William C. Stokoe estudió la lengua de signos americana (AMESLAN), sabemos que las lenguas de signos son lenguas completas en todos los sentidos, de forma análoga a las orales. A pesar de ello, aún se podían leer bien entrados los años 80 libros en los que se decía que la lengua de signos era un conjunto de signos más o menos ordenado que permitía expresar cosas básicas y que no servía para expresar sentimientos. Esto es, cuanto menos, un grave error. He visto teatro en lengua de signos, se recita poesía en lengua de signos, se reza en lengua de signos, y, por supuesto, las personas Sordas se pelean en lengua de signos y se aman en lengua de signos.
Begonya Torres Gallardo
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Educar sin afectividad ni emociones, ¿es posible?
¿Es posible educar sin que intervengan la afectividad y las emociones?
En estos días hemos vivido unas situaciones complicadas en un centro educativo en el que algunos alumnos acusaban a un profesor de agresión física.
El conflicto se ha resuelto correctamente y con moraleja:
Los instigadores de la difamación hacia el profesor han confesado que habían mentido para encubrir otras faltas que habían cometido.
Esto nos lleva, a la comunidad educativa, a plantearnos los límites de la afectividad y del contacto físico, en tanto que puede ser motivo de confusión o utilización interesada por parte de ciertos alumnos o alumnas.
Hay países e instituciones educativas en las que está prohibido el contacto físico entre el profesorado y el alumnado. Imaginemos como coger el lápiz del niño para ayudarle a escribir algo y no tocarlo en absoluto. Al igual que el lenguaje, el contacto puede descontextualizarse y provocar malos-entendidos intencionados. Cualquier palabra puede extraerse de su contexto y utilizarse como parte de una frase o palabra grosera…
En fin, la distancia relacional entre los participantes del proceso de aprendizaje se agranda. El profesorado se retiene de mostrarse afectuoso, de mostrar emociones y de establecer vínculos que pueden tener el contacto como medio expresivo de un mensaje:
«Te comprendo», «ánimo», «así no», «muy bien», «mira de mejorarlo», «vuelve a intentarlo», «no me gusta eso que haces», «felicidades», «choca esos cinco»…
Todos esos mensajes los transmitimos a nuestros hijos mediante el lenguaje hablado, el lenguaje corporal y el contacto.
Es lógico también que el profesorado y el alumnado compartan esos códigos de comunicación.
Sin embargo, cuando surgen conflictos a partir de la difamación directa al profesor para desviar una mala acción del alumno, es cuando te planteas, como comunidad educativa, dónde debemos dejar todas las muestras de afecto, el lenguaje corporal, el tacto y la intencionalidad hablada.
¿Podemos aprender igual sin hacer «un hueco» a las emociones y el afecto? Creo que no, por eso los resultados son más negativos ahora que hace unas décadas.
Los padres contribuimos al pensar que nuestros «retoños» tienen sus imperfecciones, pero «son los nuestros» y dudamos de la palabra y de los hechos del profesorado antes que establecer caminos de diálogo para esclarecer las intencionalidad de lo que nos explican nuestros hijos.
Y no somos tontos, siempre sabemos cómo son nuestros hijos, pero nos resignamos a olvidarnos de sus defectos para no crearles un trauma… No obstante en el futuro se les generará el trauma si no se actúa para evitar que utilicen la difamación como recurso exculpatorio.
¿Es posible educar sin que intervengan la afectividad y las emociones?
Sí, pero no es la educación que quiero para mis hijos.
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Félix Eroles
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Pensamientos y emociones.
Subí al tren y contemplé una rabieta perpetrada por una niña de unos 8 o 9 años. Estaba muy enfadada y frustrada. Se había olvidado un vestido en casa de los amigos de sus padres. Ella quería su vestido, y lo quería en ese mismo instante. Su madre, amorosamente le dijo: hablaré contigo cuando te relajes, no antes.
La niña decidió que si quería obtener algo de su madre, debía reducir sus exigencias. Fue entonces cuando su madre logró razonar con ella. Le explicó que en aquel momento estaban en el tren en marcha y a más de la mitad del camino de regreso a casa, era de noche y que ella hubiera olvidado el vestido, no suponía ninguna tragedia. Le explicó que enviaría un mensaje para que le guardaran el vestido. Era lo único que se podía hacer en aquel momento.
La madre, le sugirió que en lugar de pasarse el resto del viaje enfadada y preocupada, podía quedarse tranquila y leer un libro que le había traído para el viaje. La niña se quedó pensando unos instantes y luego decidió que era mejor disfrutar del viaje.
En aquel momento, me di cuenta que había presenciado uno de los mejores momentos para la construcción de un carácter maduro. En resumen, la madre había conseguido desactivar el drama-rabieta perpetrada por su hija, le había explicado la situación y como aceptarla, luego le hizo entender que ella era libre de elegir sus pensamientos y actitudes y con ello también podía elegir como iba a sentirse.
Muchos adultos que acuden a mi consulta, no han aprendido esa valiosa lección, y reproducen sus rabietas en forma de quejas y más quejas, por una situación que no les gusta, que no aceptan y se quedan bloqueados en ese punto de sus vidas sin poder disfrutar del presente.
Tenemos libertad de pensamiento, y con ello tenemos libertad para sentirnos mejor.
Roser Rodó
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Las emociones que solo yo siento
No recuerdo cuando nací, creo que hace poco tiempo, o tal vez mucho, no sé. Pero creo que tengo conciencia de lo que hago desde hace poco. Sé que sé algunas cosas, de algunas no me acuerdo… Lo que sí sé es que yo siento muchas emociones diferentes.
Cuando nací no debía tener conciencia de lo que me rodeaba, sentía cosas agradables y desagradables, frío, calor, confort, ganas de llorar y de reír. Me acuerdo de mis amigos, de una casa inmensa en la montaña, con muchos animales y con unos señores que nos recibían. Me llevan a la casa de esos señores mis padres, son altos y guapos. Nos lo pasamos bien. Intento recordar las caras de mis padres y no puedo, a veces sí que creo que los veo pero desaparecen pronto. De lo que sí siento una sensación agradable es de una melodía que alguien me cantaba, o me cantan, no lo sé, y pienso en mis hermanos… Por cierto, no recuerdo sus caras, si su olor… ¿Y dónde están?
A veces estoy pensando en los juguetes y de repente desaparece de mi mente ese pensamiento, quiero volver a pensar y no recuerdo que quiero pensar. Entonces me pongo nervioso, me siento solo y tengo pánico. No me encontrará nadie, todo está vacío y se me nubla la vista. Casi desaparece la luz y solo tengo ganas de salir a caminar, probar de abrir las puertas y buscar a los niños con los que juego siempre.
Ahora estoy seguro de que he estado en el mar, en la playa y estirado al sol mientras que una niña… que se llama… Maribel me dice al oído que le coja la toalla a mi hermano para tirarla al agua. Maribel dice que mi hermano es feo… Yo creo que a ella le gusta él.
Tengo la idea de que esta señora que me coge de la mano y me lleva detrás de ella es o mi madre o mi novia. Intento recordar su nombre y no puedo. Yo quiero guardar mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. Me da vergüenza ver tantas personas alrededor mío. Es como una fiesta, todo el mundo me mira y aplauden… ¿Por qué lo harán?. Una chica me acaba de abrazar y dar un beso. Huele muy bien. Me ha llamado: Papa, no lo entiendo. Yo creo que ella es mi hermana y que a veces se chiva de cosas mías a mi madre. Bueno, lástima, no es nadie que sea de mi familia. Espera, espera, creo que sé quien es, es alguien muy cercano a mí, su olor, sus palabras, el beso y el abrazo me produce un estado de ánimo agradable, no sé como se llama pero creo que es mi… hija… o mi hermana. Es igual, he visto una cara que me ha sobresaltado, la reconozco, sí, estoy seguro de que siempre ha sido mi amigo, sé que lo aprecio, creo que hemos estudiado juntos, pero ¿qué hemos estudiado? ¿Soy tan mayor como para haber estudiado?
Y ¿por qué aplauden tanto? Los miro e intento saber qué hago aquí. Bueno, no me importa pues me siento bien…
¡Vaya!, esa señora que o es mi hermana o mi novia me dice que me quiere. Ahora se dirige y habla a todos los que han venido a la fiesta. Habla del Alzheimer, se ve que es una enfermedad que tengo y de la que siempre oigo hablar. Y dice algo como que estas personas están aquí por mi, por Pasqual Maragall.
En homenaje a mi padre que me ha servido de modelo para describir cómo se podía sentir Pasqual Maragall el día 22 de septiembre de 2014 en el encuentro de voluntarios del estudio alfa para la detección precoz y la prevención del Alzheimer de la Fundación Pasqual Maragall contra el Alzheimer.
Félix Eroles
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La escritura de las emociones I: el diario personal
Muchas personas recurren, sin habérselo planteado previamente, a la escritura de las emociones. Es en la adolescencia cuando quizás más se practica esta modalidad de escritura a través de un diario personal: el caudal de vivencias y emociones adolescentes necesita en muchas ocasiones ser traducido a palabras. El adolescente no será consciente, en la mayoría de las veces, que está desarrollando una actividad capaz de sanarle; como máximo, dirá que escribe para “desahogarse”, que no es otra cosa que decir que se escribe para hacer catarsis.
Una de las maneras más sencillas y accesibles de aplicar la escritura terapéutica o escritura de las emociones es justamente el diario personal, ya que la aventura de profundizar en nuestro interior sólo requiere de una libreta y un bolígrafo. No hay, pues, terapia más económica.
El poder del diario no se limita a funcionar como catarsis emocional en el momento de escribir y, por lo tanto, de liberar emociones perturbadoras, sino que sirve también para poder reflexionar, con la distancia necesaria, sobre lo escrito. Así, el paso siguiente consiste en revisitar las emociones que han aparecido en el proceso de escritura, identificarlas y decidir si es conveniente hacer algo más con ellas (terapia, cambios en nuestra manera de afrontarlas, etc.).
El proceso de escritura de un diario no varía demasiado de una a otra situación. Si su objetivo es, por ejemplo, trabajar algún acontecimiento traumático o perturbador, se pueden seguir estos sencillos pasos:
elige la vivencia o la situación angustiosa que desees abordar; dedica unos quince o veinte minutos diarios, durante como mínimo una semana, a escribir sobre ello (asegúrate de disponer de un espacio y un tiempo donde no puedas ser interrumpido/a ni molestado/a); deja pasar unos días y revisa lo escrito con la calma que proporciona el alejamiento de lo narrado. Reflexiona sobre lo que puedes hacer al respecto e intenta elaborar un relato mental de lo sucedido. Ser capaz de distanciarse de sucesos vividos con una alta carga emocional implica no sufrirlos de la misma manera.
Igualmente, si se desea iniciar la redacción a largo plazo de un diario, habrá que reservarse un espacio diario para escribir e intentar hacerlo regularmente. Este proceso de autoanálisis permitirá un conocimiento más profundo de nuestra personalidad y saber a qué responde cada una de nuestras actitudes, lo cual nos ayudará a encarar de manera más armónica y racional nuestro futuro.
Para concluir, hay que recordar que no es necesario guardar para siempre el diario ni volver a él una y otra vez; es más, después de cumplida su función, puede destruirse si así se prefiere. Si todo ha ido bien, se habrá conseguido disminuir el peso de las vivencias sobre las que se ha escrito y ya no nos perturbarán de la misma manera.
Gemma Nadal
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La mujer de las mil caras. Infografía.
Cinco días a la semana Lucía trabaja en una escuela. A ella le encanta ser maestra y con su voz cantarina encandila a los niños. Cuando los jueves sale del colegio, Lucía asiste como voluntaria a un grupo de duelo. Entonces, consciente de la situación por la que pasan estas personas, cuida mucho sus palabras y la modulación de la voz. Los fines de semana Lucía y Mario pasean por el parque. Ajenos al resto del mundo hablan de todo un poco sin reserva alguna. Sinceridad que no tiene cabida el cuarto domingo de cada mes, cuando comen con la familia de Mario. Durante tres horas ambos derrochan formalismo a fin de que no se descubra lo poco que soportan al resto de comensales. Y cada noche, cuando nuestra protagonista se duerme, ha sido todas estas Lucías y muchas otras más.
A partir de lo que hoy os he contado habéis conocido un poco a Lucía. Ahora bien, escuchándola hablar hubierais descubierto lo mismo e incluso más. De hecho, habríais vivido una experiencia única porque Lucía, al igual que cualquiera de nosotros, es un ser irrepetible en parte gracias a su voz.
En la construcción de la identidad la voz tiene un papel muy destacado por dos motivos principales. En primer lugar, no existen dos voces iguales por mucho que se parezcan. En segundo lugar, la voz nos permite mostrar u ocultar al mundo todo lo que alberga nuestro interior. Si unimos ambas ideas, obtendremos la clave para trabajar en nuestra individualidad de forma plena. Así pues, os invito a crear y disfrutar de vuestra identidad siendo ahora ya conscientes de que, en las mil situaciones que viváis, vuestra voz será solo una.
Elisabet Gimeno
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Interstellar: Las emociones del explorador
La Ciencia, como expresión del conocimiento humano, suele tildarse de fría. Si repasamos las obras de Ciencia Ficción de los años 40-50-60, así era y nos mostraba los logros de la Ciencia como helados, calculadores, con distancia humana.
La Filosofía también puede parecer que en sus argumentaciones carece de emociones, puesto que la razón no debería atender a los impulsos propios sino a la lógica de los razonamientos.
Pero no es cierto, han habido científicos, filósofos, pensadores y exploradores a lo largo de toda la Historia Humana y si no fuera por su impulso a actuar, a querer lograr un bien común, a alcanzar una meta por mor de alguien o de algún colectivo.
En la película Interstellar podemos sentir la Ciencia, la Filosofía y las Emociones todas juntas e interdependientes.
Os dejo una Infografía en la que intento interpretar algunas vías del conocimiento humano.
Félix Eroles para el Simposio Internacional de las Emociones
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